02 noviembre 2005



ARTE Y MERCADO
Siempre he tratado el Arte desde una postura personal de compromiso, bajo la perspectiva de interrogación e investigación, por lo cual, para mi el mismo tiene un valor intrínseco, pero es algo sin valor de mercado, léase precio, de hecho pienso que Arte y Mercado son conceptos antitéticos de compleja conciliación por cuanto pertenecen a dos campos diferenciados, con parámetros de función no coincidentes, generando en consecuencia una ecuación de compleja resolución. Por más que el mercado persiga de forma continua fagocitar tanto al Arte, como al Artista.

La propia evolución del mercado desde que este nace, justo cuando la sociedad deja de ser nómada para convertirse en agrícola, dando lugar al trueque, hasta el momento actual en que el mercado amenaza con convertirse en una “teocracia” con su propia doctrina, emanada desde la economía de mercado y sustentada por los oligopolios ejerciendo de sumos sacerdotes, hace que la figura del artista haya evolucionado adquiriendo una dimensión diferente, la cual está abocada a la negociación continua desde su capacidad de crear, según la relación que mantenga (interacción y/ó interferencia) con el mercado.

Por otro lado uno de los factores que determina el mercado sirviéndole de lenguaje y forma de relación, es el concepto “precio” y el mercado regula los precios del arte en función de diversos criterios, la mayor parte de los cuales son mensurables, formatos, firma (fama), marketing, publicidad, vida o muerte del artista, etc. Todo ello desde una competitividad en muchos casos obscena, pornográfica y rayana en la violencia.

El ARTE se mueve en la búsqueda de la esencia desde cualquiera de sus innumerables miradas, careciendo de competitividad per se, el acercamiento al mismo tiene mas que ver con percepciones personales, niveles de conocimiento, interacción con el proyecto vital del artista, sensaciones, emociones, etc.

Surge así mi propuesta de conjugar estos dos conceptos y no desde la negación del mercado o del valor económico de la obra o por una interacción en la que se produzca una simbiosis entre la economía de mercado (entendida como soporte social) y el arte, (entendido como cosa). Sino por la interferencia del Arte con el mercado, propugnando sus propios postulados dentro de un espacio propio y negando alguno o todos los atributos que se le suponen al mercado, manteniendo una relación paritaria en la búsqueda de sinergias y no de sojuzgamiento o de primacía. Estableciendo acciones que no estén en consonancia con los criterios del mercado, por eje. Poner más precio a una copia “original” que a una pieza única, no permitir que sea el mercado quien regule el precio, inundarlo de copias a “0” euros, o en precio de coste o de producción, etc. En definitiva, que el artista sea de facto un activista cultural.