Desde mi Atalaya (V)
Rosina Gómez Baeza
“Tardaremos toda una generación en lograr que la sociedad y el arte actual conecten”
Despues de estas declaraciones realizadas por la Directora de LABoral, no puedo dejar de meditar sobre sus aserciones.
Una generación, 20 o 25 años, eso es lo que Rosina necesita para que el arte actual y la sociedad conecten.
Es posible, que no analice que arte actual, es el de hoy, pero no va a ser el arte actual de dentro de 25 años y si lo que nos quiere decir es que el concepto de LABoral lo vamos a tardar en integrar 25 años, entonces nos subestima.
Quizás Rosina y sus adláteres debieran de revisarse.
Donde quedan algunos espacios y personas que mantengo vivas en mi memoria por la revolución social que implicaron.
Vicente Todolí en el IVAM a finales de los 80 cuando pocos se movían más allá de la pintura (ver culturales de la época)
Gloria Moure que puso el CGAC al servicio de su sociedad, mostrándoles, informándoles y ofertando la opción de una más amplia educación cultural en “arte actual” bien entendido que en aquel entonces, aun se denominaba arte contemporáneo. Cuando la destituyeron, una gran cantidad de los artistas que a la sazón estábamos en Galicia, participamos en una manifestación contra su destitución duramente reprimida por la policía. Miembros del Patronato de la enjundia de José Jiménez o Simón Marchán dimitieron de sus cargos y El Consejo de la Cultura Gallega hizo público un texto en el que se rinde homenaje a la gestión desempeñada al frente del CGAC por Gloria Moure, asegurando que «hace 3 (tres) años nadie hubiera podido soñar que nuestro país iba a vivir una experiencia tan fascinante como esta».
Podría seguir enunciando, el MACBA y su director Manuel Borja-Villel, La Casa Encendida y José Guirao, La Tate Modern, otra vez Todolí, y algunos más en el mundo, que no menciono por no hacer prolija la relación.
Aunque cada caso habría que estudiarlo por separado, todos ellos tienen algo en común, trabajan básicamente para su entorno y con su entorno, sin despreciar lógicamente las opciones que ofrece la globalización.
Los equipamientos de las ciudades no se deben de hacer con el fin de llenarlos de turistas por el verano y con el inserso por el invierno, (aunque pueda formar parte de su merchandising), los equipamientos, y un centro de arte lo es, deben de hacerse para el ciudadano del lugar y deben de tener una implicación en su entorno más allá del colectivo básico que se supone va a resultar beneficiado en primera instancia.
En cuanto a que el arte va delante por la sociedad, estoy de acuerdo, lo que pasa que el arte es poliédrico y un centro que en su propia definición, es un laboratorio para “convertir la creatividad en un bien cultural impulsor del crecimiento económico” debería de tenerlo presente.
Es posible, que no analice que arte actual, es el de hoy, pero no va a ser el arte actual de dentro de 25 años y si lo que nos quiere decir es que el concepto de LABoral lo vamos a tardar en integrar 25 años, entonces nos subestima.
Quizás Rosina y sus adláteres debieran de revisarse.
Donde quedan algunos espacios y personas que mantengo vivas en mi memoria por la revolución social que implicaron.
Vicente Todolí en el IVAM a finales de los 80 cuando pocos se movían más allá de la pintura (ver culturales de la época)
Gloria Moure que puso el CGAC al servicio de su sociedad, mostrándoles, informándoles y ofertando la opción de una más amplia educación cultural en “arte actual” bien entendido que en aquel entonces, aun se denominaba arte contemporáneo. Cuando la destituyeron, una gran cantidad de los artistas que a la sazón estábamos en Galicia, participamos en una manifestación contra su destitución duramente reprimida por la policía. Miembros del Patronato de la enjundia de José Jiménez o Simón Marchán dimitieron de sus cargos y El Consejo de la Cultura Gallega hizo público un texto en el que se rinde homenaje a la gestión desempeñada al frente del CGAC por Gloria Moure, asegurando que «hace 3 (tres) años nadie hubiera podido soñar que nuestro país iba a vivir una experiencia tan fascinante como esta».
Podría seguir enunciando, el MACBA y su director Manuel Borja-Villel, La Casa Encendida y José Guirao, La Tate Modern, otra vez Todolí, y algunos más en el mundo, que no menciono por no hacer prolija la relación.
Aunque cada caso habría que estudiarlo por separado, todos ellos tienen algo en común, trabajan básicamente para su entorno y con su entorno, sin despreciar lógicamente las opciones que ofrece la globalización.
Los equipamientos de las ciudades no se deben de hacer con el fin de llenarlos de turistas por el verano y con el inserso por el invierno, (aunque pueda formar parte de su merchandising), los equipamientos, y un centro de arte lo es, deben de hacerse para el ciudadano del lugar y deben de tener una implicación en su entorno más allá del colectivo básico que se supone va a resultar beneficiado en primera instancia.
En cuanto a que el arte va delante por la sociedad, estoy de acuerdo, lo que pasa que el arte es poliédrico y un centro que en su propia definición, es un laboratorio para “convertir la creatividad en un bien cultural impulsor del crecimiento económico” debería de tenerlo presente.
Pero el arte, tiene un espectro infinito de facetas donde aplicar la mirada y el centro de arte, debería de estar delante de la ciudadanía y “tirando” de ella.
No integrar a los ciudadanos, provoca, no propiamente una aristocracia del arte, sino un desclasamiento inadecuado e impropio de unos pocos, que se ponen de “motu propio” un peldaño por encima del resto, sin tener la necesaria autoridad ética.
Hace ocho años ofrecí al establishment la opción de confeccionar una publicación sobre arte y creación que permitiera a los ciudadanos de Gijón saber poco a poco más de arte actual, de la misma manera que todos sabíamos quien era Zidane entonces o Alonso ahora, un proyecto barato y eficaz de formación que se desecho, quizás por lo que dice Rosina, de que el arte va por delante de su tiempo, aunque eso no me dio pie para proclamarme un incomprendido.
Una sociedad de mercado como la nuestra, necesita creer en las utopías y basarse en la ética del conocimiento, para no ser engullida por una sinrazón neoliberal basada únicamente en unidades de producción y mercadotecnia.
No integrar a los ciudadanos, provoca, no propiamente una aristocracia del arte, sino un desclasamiento inadecuado e impropio de unos pocos, que se ponen de “motu propio” un peldaño por encima del resto, sin tener la necesaria autoridad ética.
Hace ocho años ofrecí al establishment la opción de confeccionar una publicación sobre arte y creación que permitiera a los ciudadanos de Gijón saber poco a poco más de arte actual, de la misma manera que todos sabíamos quien era Zidane entonces o Alonso ahora, un proyecto barato y eficaz de formación que se desecho, quizás por lo que dice Rosina, de que el arte va por delante de su tiempo, aunque eso no me dio pie para proclamarme un incomprendido.
Una sociedad de mercado como la nuestra, necesita creer en las utopías y basarse en la ética del conocimiento, para no ser engullida por una sinrazón neoliberal basada únicamente en unidades de producción y mercadotecnia.
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