24 diciembre 2005


Llevo recibidas varias felicitaciones de navidad, unas más aparentes, otras más sencillas, todas denotan que alguien se acordó de mí, cuestión siempre de agradecer. Sin demérito ni desprecio a ninguna, quiero resaltar esta, una obra de Eduardo Valiña, artista residente en Santiago, comprometido desde la coherencia personal con su trabajo y al que hace varios años que sigo, desde que lo conocí como comisario de la bienal Sarria Contemporánea.

Su investigación lo lleva a diferentes planteamientos plásticos en los que la naturaleza en tanto que si misma y como territorio juega un papel primordial en su búsqueda, lo que lo introduce en una inmersión arqueológica de la que vuelve con nuevas propuestas constructivas, todas ellas, arquitecturas esenciales.

En palabras del propio Eduardo.
“Reflexiono sobre el territorio (la relación del hombre con el medio y su manipulación), las confluencias de la cultura popular y la contemporánea. Además de utilizar la naturaleza como medio de autorrepresentación, la antropología y la reinterpretación de determinadas costumbres y tradiciones”.