14 noviembre 2005

ALEGATO CONTRA LA VIOLENCIA

En ocasiones nos cae al pelo la violencia de nuestros convecinos, violencia por otra parte imperante en la sociedad y que se manifiesta más fuertemente en algunos individuos de forma puntual.

Observo una densa bruma que intenta cegar la razón, tratando de impedir con su machacona persistencia, la visión clara y diáfana de la verdad que todos los individuos llevamos en lo mas recóndito de nuestro ser, quizás esa parte reptiliana que conforma nuestro cerebro, trata en algunos de nuestros especimenes de alcanzar de nuevo la preeminencia que tuvo y que ahora, se suponía relegada en la estructura neuronal por efectos de la evolución, que habría añadido el cerebro límbico y el neocórtex, permitiéndonos identificar un poco mas nuestra dignidad y entender que el otro, también tiene nuestros mismos atributos, siendo merecedor de nuestro respeto. Quizás, esta sociedad en la que estamos inmersos, nos había empujado a delegar nuestra participación activa en la misma, creyendo que nuestra actitud personal no tenía ninguna repercusión.

Así, en ocasiones nos sorprendemos por la irrupción con fuerza desde sustratos remotos, de violentos acervos manifestándose con toda su virulencia en determinados especimenes humanos, que son incapaces de distinguir y determinar su propia dignidad, violencia por otra parte imperante en la sociedad y que se manifiesta más fuertemente en algunos individuos de forma puntual.

Unas veces, amparándose en las masas que proporcionan anonimato e impunidad. En otras escudándose en una apatía social que por la obtención de raquíticos beneficios (la inmensa mayoría de las veces exclusivamente económicos), transige con métodos neoliberales, que rayan en la más antisocial ley del hampa y es que en esta sociedad, en ocasiones se confunde la tolerancia necesaria para la convivencia con la transigencia permisiva de lo intolerable.

Es preciso que nuestros jóvenes sean educados en libertad desde algo parecido a la paideia griega de Platón, para el cual “la formación del hombre no consiste en introducir en él conocimientos, sino en cambiar la dirección de la mirada."

Quizás sea así más sencillo discernir los ejemplos nocivos de la violencia de unos desalmados, que desde su carencia total y absoluta de valores superan sus miedos queriendo imponerlos en su entorno.
Es entonces cuando la ira, la injusticia, la cólera y por encima de todo la ignorancia, hacen su aparición sumergiéndonos en la oscuridad.

Quizás entonces, sea el momento de recordar las palabras de W. Shakespeare: “AHORA DIOSES PROTEGER A LOS BASTARDOS”

Publicado por victor vallina en "A Casagrande" Sarria (junio de 2000) y Ágora (verano 2004)